El caballero ejemplar
El deportista íntegro
El compañero leal
El inovidable presidente
“El 29 de marzo a las 21:30 hs. murió asesinado Alfredo M. Beranger, a manos de Joaquin Pujante (50 años), de tres disparos en el pecho, abdomen y región glútea, en la calle Pichincha, entre Guido y Suárez (mano derecha, segunda o tercera casa). Falleció en el acto. Luego, el agresor se trasladó al domicilio de Alejandro Tagliani, momento en el cual fue detenido. El F.C.S. había hecho desalojar a Pujante de una casilla ubicada en terrenos del ferrocarril, por influencia de autoridades del club, según el agresor...”.
Así comenzaba la nota publicada el lunes 30 de marzo de 1923 en el periódico Ultima Hora, editado en la Capital Federal. Beranger estaba por cumplir 30 años.
Pachucho Beranger iniciaba su segundo mandato como presidente de Temperley. Durante su gestión anterior, el club había obtenido la afiliación a la Asociación Argentina de Foot - Ball (A.A.F.) y comenzó a competir en los campeonatos oficiales de esa liga. Asimismo, logró la cesión de una parte del terreno en el que hoy permanece la institución. Además de desarrollar su actividad laboral en el Poder Judicial, presidía el subcomité de la Unión Cívica Radical en Temperley y estaba llamado a ser el futuro presidente de la A.A.F.
El 29 de junio de 1923, se colocó una placa recordativa en el cementerio de la Recoleta, lugar donde descansan sus restos y el 17 de octubre del mismo año el estadio fue bautizado con su nombre. Había nacido el 29 de noviembre de 1893.
Primera página del periódico "Ultima Hora" 30 de marzo de 1932
que anuncia el asesinato de Alfredo Beranger
Una anécdota de pueblo que me toca muy de cerca
Una nena de siete años, jugando en una vereda de la calle Guido, ante la atenta mirada de su padre.
El padre -Rómulo Solari- era un "maestro mayor de obras", de carácter fuerte, algo hosco, muy respetado por ser uno de los primeros vecinos del lugar.
Un hombre viene caminando, por la misma vereda de Guido, desde la calle 25 de Mayo.
Alto, elegante, de sombrero y mostacho inconfundible.
Se detiene junto a la nena, le acaricia la cabecita y esta se sonroja.
Mientras tanto le dice al padre de la nena con imperativa amabilidad:
- Mumo, ¡vení al club! mirá que hoy nos reunimos todos los muchachos. Estamos entusiasmados con lo bien que anda el equipo.
- Noooo, dejensé de joder ustedes. Nunca van a llegar a nada.
El hombre alto y elegante se ríe, porque sabe que, después de todo, el cascarrabias de Rómulo es un bonachón todo corazón. Le hace un guiño a la nena y sigue su camino, con paso seguro y señorial.
Ese hombre era Alfredo Beranger
Rómulo, mi abuelo
Irma, la nena, mi mamá
Beranger murió un año después. Tal vez por compasión, o por la culpa, Rómulo accedió a formar parte de la comisión directiva de Temperley, por un tiempo. Aunque seguía pensando que nunca iban a llegar a nada…
Historia del Club Atlético Temperley. Marcelo Ventieri