Murió Lavandina. La muerte lo sorprendio en el “bondi” cuando volvía del Beranger, luego de ver a su amado Temperley. Hincha destacado, con una vida de militancia murguera con Los Celestes del Sur.
Alternaba su pasión por El Gasolero con la venta callejera en el centro de Lomas. Lo recuerdo sosteniendo una bandera en la tribuna de la vía, de pantalones cortos y con no más de 10 años.
Un hincha de Los Andes le regaló un ejemplar del libro con la historia del Club.
_”…pero yo no sé leer… me las rebusco un poquito con la ‘Crónica’…”
_ “…éste sí lo vas a leer...”
Una vez que me lo crucé en la cancha, me dijo: “Sabe que gracias a su libro aprendí a leer”.
No pude contener las lágrimas. De todos las críticas y elogios que recibí de mi obra, fue la más linda, cálida y emotiva.
La fría estadística social, con su burocracia mecánica, que rara vez le pone nombre y apellido a las personas y a los hechos, dirá que un hombre murió cuando volvía de ver lo que más quería. Aunque se hubiese quedado un rato más, seguramente se fue felíz.
Lavandina simplemente. Buscavidas, Murguero, Hincha de Temperley.
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