jueves, 21 de diciembre de 2023

Personajes celestes: Juan Cañete

Cañete junto a Edgar Giordano, con la celeste.

       Juan León Cañete era un wing izquierdo paraguayo que se inició en el Club Presidente Hayes de su país natal. En 1956 fue transferido al club brasileño Botafogo y en el único partido que jugó, en la primera, le convirtió un gol a Flamengo privándolo del tetracampeonato. Llegó a la Argentina y se alistó en Huracán, club en el que permaneció dos temporadas.

       En 1961 llegó a Temperley a préstamo e incluído dentro de la negociación de Chiche Diz al club de Parque de los Patricios. Estaba por cumplir 32 años.

       En el Celeste jugó 21 partidos y convirtió cuatro goles. Era resistido por un sector del público, pero entre sus admiradores había uno que lo defendía a capa y espada. Era un hombre de mediana edad, parroquiano del fubé de la sede, que también era frecuentado por un grupo de socios del club. Estos muchachos lo tenían alquilado al defensor de Cañete y cada vez que lo veían entrar al bufé le gritaban “Cañete” -con tono agudo y chillón- y se escondían entre pícaras risas. Tan reiteradas eran las cargadas que el sujeto destinatario se ponía violeta de la bronca.    

       Ferdinando -bufetero y a cargo de las canchas de bochas-, observaba la situación desde hacía un tiempo. Una tarde lo encara al hombre y le dice:
- “Oiga Don, no puede ser que lo carguen así, vaya con esto” y le entrega una pistola que estaba descargada.

       Como de costumbre, en un momento se escuchó la exclamación “Cañete”. El hombre se acercó y exhibió el arma ante la mirada atónita del grupo y el resto de los parroquianos.

       La reacción de los muchachos no se hizo esperar, rajaron todos excepto Turera que no hizo a tiempo para la huida. Solo atinó a arrodillarse delante del sujeto para implorarle ahogado en llanto:
- “¡No me mate señor Cañete. Se lo pido por Dios, señor Cañete!”




Cañete con la de Botafogo

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¿Madrid?... ¿New York?... ¡Temperley!

El hall central del aeropuerto internacional de Ezeiza y un recuerdo para Rubén Mambreani, hincha, socio y dirigente del Celeste. Un tipo querible y querido que se fue temprano de esta vida.

El viajaba a España y yo a los Estados Unidos, los dos acompañados por nuestras esposas. Hacía tiempo que no nos cruzábamos y esa fue la última vez que lo vi.

Como no podía ser de otra manera, la breve charla giró en torno al presente y futuro de nuestra institución. Que viene “Fulano”, que “Sultano” ya arregló, que “quién será el entrenador”. Tras desearnos buen viaje y despedirnos, mi señora me preguntaba quién era. Inmediatamente me di cuenta que tanto Rubén como quien escribe, no nos habíamos presentado a nuestras consortes.

¡Temperley lo puede todo!

 

El balde de Coppioli

Coppioli era el encargado del mantenimiento de la cancha de pelota a paleta del Club. Era el canchero, según la vieja denominación. Tenía por costumbre colgar un balde lleno de agua en el marco de una puerta. Con esa broma sorprendió a varios socios y colaboradores.  

 



Historia del Club Atlético Temperley. Marcelo Ventieri
Departamento de Historia y Museo Celeste del Club Atlético Temperley

Gracias a Alberto Rolandi por compartir la anécdota y a Pablo Viviani por su extraordinario trabajo en la Enciclopedia de Huracán, página que les invito a conocer en:  http://www.enciclopediadehuracan.com/
 
 

martes, 19 de diciembre de 2023

100 anécdotas celestes (3)

"Las historias solo suceden a quienes son capaces de contarlas" Paul Auster.
Anécdotas celestes, un espacio dedicado a la memoria. 


Rafael Robila y el tucumano Luis Cruz
con la del Deportivo Quito, en 1974
(foto: Jorge Novillo)




Alejo y Robila
Rafael Alberto Robila era un delantero que venía de Independiente Rivadavia de Mendoza. Llegó a Temperley en 1969. Jugó 11 partidos y le convirtió un gol a El Porvenir. Años después de su paso por el Celeste, jugó en Ecuador para Deportivo Quito y Emelec. Protagonizó un incidente en un partido por el campeonato de Ecuador en el que agredió a un entrenador y se inició una batalla campal. El arquero Jorge Cordero, otro ex celeste también jugó ese partido. Dueño de un carácter fuerte, Robila dejó algunas anécdotas tragicómicas en su paso por el Club.

En una oportunidad se enfrentó con el Pecoso, un bravo representante de la hinchada, que andaba por el club y se ve que al cruzarse algo le dijo. La cosa fue subiendo de tono y terminó con Robila corriéndolo con un sifón. Le pegó tanto que al pobre Pecoso tuvieron que llevarlo a la Sala de Temperley -a la vuelta de la sede- para atenderlo. Cuando el médico lo vio tan magullado le dijo “no te erró ninguna”.

Robila vivía en la vieja pensión que el Club tenía en la sede, junto a Héctor Julio Díaz, un volante mendocino que se rompió los ligamentos cruzados de una de sus rodillas y tan solo jugó dos partidos en la primera celeste. Una tarde varios jugadores se quejaron al Preparador Físico (PF) del club asegurando que “Robila tenía una mujer en la pensión”. Cuando llegan a la habitación había una persona rubia y de pelo largo durmiendo en la cama, de espaldas. “¿¡Mire Profe, qué linda que está, no?! ¡¿Qué le parece?! Y antes de que la cosa pasara a mayores, “la bella durmiente” se dio vuelta y le dice “¡Así te quería agarrar!”, ante la sorpresa del PF. Era Alejo Escos disfrazado.

Al finalizar la temporada, hubo una reunión de Comisión Directiva (CD) en la que decidirían el destino de varios jugadores. Robila le pidió a Alejo que lo representara en la reunión. Al finalizar, Escos le informa que quedaría libre. Robila, apesadumbrado, le pregunta cuantos miembros de la CD habían votado tal decisión. Alejo le contestó “fue por unanimidad”. A lo que el delantero le dice sorprendido:

_ “¿¡Pero cómo!? ¿¡Votó uno solo y me dejaron libre!?”

La CD le obsequió un reloj como recuerdo de su paso por Temperley. Cuando algunos de sus compañeros le preguntaban la hora, les respondía “son más o menos las tres”. 

Con el pase en blanco, le ofrecieron un contrato en Villa Dálmine que incluía, además del fútbol, un trabajo fijo. Le pidió al presidente del club de Campana que le pagara un poco menos para no hacer el trabajo.   

 



Historia del Club Atlético Temperley. Marcelo Ventieri.
Departamento Histórico del Club Temperley y Museo Celeste. 




domingo, 10 de diciembre de 2023

100 anécdotas celestes (2)

"Las historias solo suceden a quienes son capaces de contarlas" Paul Auster.
Anécdotas celestes, un espacio dedicado a la memoria.


La flor del Tano Rizzo

        Francisco Rizzo tuvo una larga trayectoria en Temperley, que comenzó en 1924 y se prolongó hasta 1937. Jugó un total de 217 partidos como integrante de la línea media y zaguero central. Ambos puestos requerían de hombres recios, que impusiesen el rigor desde la primera jugada.

        El Tano Rizzo tenía por costumbre llevar un clavel en la boca durante el partido. Así aparece retratado en una foto de la época, tal vez para suavizar su imagen de duro, o por una simple humorada, que, desgraciadamente, una vez terminó saliéndole muy cara.

        Corría el año 1930 cuando Temperley y Nueva Chicago se jugaban el ascenso a Primera. El partido estaba dos a cero a favor del club de Mataderos. Los celestes se habían situado plenamente en la ofensiva tratando de vencer a la inexpugnable valla rival. En un contraataque, uno de los delanteros de Chicago emprendió una veloz carrera hacia el arco celeste que estaba custodiado por Chichina Isola. Rizzo era el defensor más cercano al delantero. En el preciso momento en que los dos jugadores se enfrentaban para disputarse la pelota, al defensor celeste se le cayó el clavel que llevaba entre los labios. En lugar de seguir la jugada, Rizzo se agachó para recoger la flor, mientras que el jugador rival aprovechó la desatención y se escapó solito, enfrentó al arquero y convirtió el gol.

        Pasaron los años y el grupo de amigos de Rizzo, que se reunía en el club con frecuencia a recordar viejas épocas, le decía socarronamente: “¿Tano, te acordás de la flor?”.    



Francisco Rizzo

Cacho De Buono
Oscar De Buono era un defensor proveniente de Tigre. Jugó cuatro partidos en la primera celeste durante el Campeonato de Primera B de 1969. Pertenecía a la Policía y le gustaba asustar al utilero del equipo colocando su arma reglamentaria sobre la ventanita del vestuario por donde los jugadores retiraban la indumentaria.


Flores, el bombardero celeste
Heriberto Flores ocupa el tercer lugar en la tabla de goleadores celestes de todos los tiempos. Dueño de un remate potentísimo, gran parte de sus 92 goles los convirtió de tiro libre. Uno de ellos se lo hizo al arquero Patrignani en cancha de Defensores de Belgrano. Lo fusiló desde la media cancha. El 28 de junio de 1947 le convirtió un gol de tiro libre a Milone, arquero de Ferro, a los 30’ del segundo tiempo. Lo metió dentro del arco con pelota y todo. Para Ferro jugaba Agnolín -el máximo goleador de Temperley- en el centro del ataque, .

Heriberto Flores


Historia del Club Atlético Temperley. Marcelo Ventieri
Departamento Histórico del Club Temperley y Museo Celeste.