martes, 19 de diciembre de 2023

100 anécdotas celestes (3)

"Las historias solo suceden a quienes son capaces de contarlas" Paul Auster.
Anécdotas celestes, un espacio dedicado a la memoria. 


Rafael Robila y el tucumano Luis Cruz
con la del Deportivo Quito, en 1974
(foto: Jorge Novillo)




Alejo y Robila
Rafael Alberto Robila era un delantero que venía de Independiente Rivadavia de Mendoza. Llegó a Temperley en 1969. Jugó 11 partidos y le convirtió un gol a El Porvenir. Años después de su paso por el Celeste, jugó en Ecuador para Deportivo Quito y Emelec. Protagonizó un incidente en un partido por el campeonato de Ecuador en el que agredió a un entrenador y se inició una batalla campal. El arquero Jorge Cordero, otro ex celeste también jugó ese partido. Dueño de un carácter fuerte, Robila dejó algunas anécdotas tragicómicas en su paso por el Club.

En una oportunidad se enfrentó con el Pecoso, un bravo representante de la hinchada, que andaba por el club y se ve que al cruzarse algo le dijo. La cosa fue subiendo de tono y terminó con Robila corriéndolo con un sifón. Le pegó tanto que al pobre Pecoso tuvieron que llevarlo a la Sala de Temperley -a la vuelta de la sede- para atenderlo. Cuando el médico lo vio tan magullado le dijo “no te erró ninguna”.

Robila vivía en la vieja pensión que el Club tenía en la sede, junto a Héctor Julio Díaz, un volante mendocino que se rompió los ligamentos cruzados de una de sus rodillas y tan solo jugó dos partidos en la primera celeste. Una tarde varios jugadores se quejaron al Preparador Físico (PF) del club asegurando que “Robila tenía una mujer en la pensión”. Cuando llegan a la habitación había una persona rubia y de pelo largo durmiendo en la cama, de espaldas. “¿¡Mire Profe, qué linda que está, no?! ¡¿Qué le parece?! Y antes de que la cosa pasara a mayores, “la bella durmiente” se dio vuelta y le dice “¡Así te quería agarrar!”, ante la sorpresa del PF. Era Alejo Escos disfrazado.

Al finalizar la temporada, hubo una reunión de Comisión Directiva (CD) en la que decidirían el destino de varios jugadores. Robila le pidió a Alejo que lo representara en la reunión. Al finalizar, Escos le informa que quedaría libre. Robila, apesadumbrado, le pregunta cuantos miembros de la CD habían votado tal decisión. Alejo le contestó “fue por unanimidad”. A lo que el delantero le dice sorprendido:

_ “¿¡Pero cómo!? ¿¡Votó uno solo y me dejaron libre!?”

La CD le obsequió un reloj como recuerdo de su paso por Temperley. Cuando algunos de sus compañeros le preguntaban la hora, les respondía “son más o menos las tres”. 

Con el pase en blanco, le ofrecieron un contrato en Villa Dálmine que incluía, además del fútbol, un trabajo fijo. Le pidió al presidente del club de Campana que le pagara un poco menos para no hacer el trabajo.   

 



Historia del Club Atlético Temperley. Marcelo Ventieri.
Departamento Histórico del Club Temperley y Museo Celeste. 




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