Contrariamente a los que muchos podrán suponer, no tuve de
joven el deseo de integrar una delantera goleadora ni el de sentirme un arquero
imbatible. Mucho menos, el de sentarme en el banco, para dirigir el equipo en
el Beranger. Pero sí tuve la ilusión de contar una historia. La historia de
nuestro querido Club Atlético Temperley.
Hoy se cumplen siete años de una agradable sorpresa que las
autoridades de aquel momento, representadas por el Presidente Ubaldo Silva, me
obsequiaron.
La última vez que había pisado el cesped del Beranger fue en
1982, la noche del triunfal regreso desde Parque Patricios, con un ascenso
acunado en los brazos. Esta vez, ni siquiera estaba vestido para la ocasión (y no me refiero ni a botines ni a pantalones cortos).
Durante el entretiempo, la voz del estadio me nombró, como si se tratara de un
cambio en el equipo, y entré a la cancha.
Pocas veces sentí tanta emoción y satisfacción. Por eso lo
recuerdo y agradezco.
Gracias a Ubaldo
Gracias a toda la gente de Temperley.
Gracias… Dios.
Historia del Club Atlético Temperley. Marcelo Ventieri
Gracias al Libro del Xentenario (Boca Juniors) en cuya solapa me inspiré para este breve relato.
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