"Las historias solo suceden a quienes son capaces de contarlas" Paul Auster.
Anécdotas celestes, un espacio dedicado a la memoria.
con la del Deportivo Quito, en 1974
(foto: Jorge Novillo)
Alejo y
Robila
Rafael Alberto Robila
era un delantero que venía de Independiente Rivadavia de Mendoza. Llegó a
Temperley en 1969. Jugó 11 partidos y le convirtió un gol a El Porvenir. Años
después de su paso por el Celeste, jugó
en Ecuador para Deportivo Quito y Emelec. Protagonizó un incidente en
un partido por el campeonato de Ecuador en el que agredió a un entrenador y se inició una batalla campal. El arquero Jorge Cordero, otro ex celeste también jugó ese partido. Dueño de un carácter fuerte,
Robila dejó algunas anécdotas tragicómicas en su paso por el Club.
En una oportunidad se
enfrentó con el Pecoso, un bravo
representante de la hinchada, que andaba por el club y se ve que al cruzarse
algo le dijo. La cosa fue subiendo de tono y terminó con Robila corriéndolo con
un sifón. Le pegó tanto que al pobre Pecoso
tuvieron que llevarlo a la Sala de Temperley -a la vuelta de la sede- para
atenderlo. Cuando el médico lo vio tan magullado le dijo “no te erró ninguna”.
Robila vivía en la vieja
pensión que el Club tenía en la sede, junto a Héctor Julio Díaz, un volante
mendocino que se rompió los ligamentos cruzados de una de sus rodillas y tan
solo jugó dos partidos en la primera celeste.
Una tarde varios jugadores se quejaron al Preparador Físico (PF) del club
asegurando que “Robila tenía una mujer en la pensión”. Cuando llegan a la
habitación había una persona rubia y de pelo largo durmiendo en la cama, de
espaldas. “¿¡Mire Profe, qué linda que está, no?! ¡¿Qué le parece?! Y antes de
que la cosa pasara a mayores, “la bella durmiente” se dio vuelta y le dice
“¡Así te quería agarrar!”, ante la sorpresa del PF. Era Alejo Escos disfrazado.
Al finalizar la
temporada, hubo una reunión de Comisión Directiva (CD) en la que decidirían el
destino de varios jugadores. Robila le pidió a Alejo que lo representara en la
reunión. Al finalizar, Escos le informa que quedaría libre. Robila,
apesadumbrado, le pregunta cuantos miembros de la CD habían votado tal decisión.
Alejo le contestó “fue por unanimidad”. A lo que el delantero le dice
sorprendido:
_ “¿¡Pero cómo!? ¿¡Votó
uno solo y me dejaron libre!?”
La CD le obsequió un
reloj como recuerdo de su paso por Temperley. Cuando algunos de sus compañeros
le preguntaban la hora, les respondía “son más o menos las tres”.
Con el pase en blanco,
le ofrecieron un contrato en Villa Dálmine que incluía, además del fútbol, un
trabajo fijo. Le pidió al presidente del club de Campana que le pagara un poco
menos para no hacer el trabajo.
Historia del Club Atlético Temperley. Marcelo Ventieri.
Departamento Histórico del Club Temperley y Museo Celeste.
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