Cañete junto a Edgar Giordano, con la celeste.
Juan
León Cañete era un wing izquierdo paraguayo que se inició en el Club Presidente
Hayes de su país natal. En 1956 fue transferido al club brasileño Botafogo y en
el único partido que jugó, en la primera, le convirtió un gol a Flamengo privándolo
del tetracampeonato. Llegó a la
Argentina y se alistó en Huracán, club en el que permaneció
dos temporadas.
En 1961
llegó a Temperley a préstamo e incluído dentro de la negociación de Chiche Diz al club de Parque de los
Patricios. Estaba por cumplir 32 años.
En el Celeste jugó 21 partidos y convirtió
cuatro goles. Era resistido por un sector del público, pero entre sus
admiradores había uno que lo defendía a capa y espada. Era un hombre de mediana
edad, parroquiano del fubé de la sede, que también era frecuentado por un grupo
de socios del club. Estos muchachos lo tenían alquilado al defensor de Cañete y cada vez que lo veían entrar al bufé le
gritaban “Cañete” -con tono agudo y chillón- y se escondían entre pícaras
risas. Tan reiteradas eran las cargadas que el sujeto destinatario se ponía
violeta de la bronca.
Ferdinando
-bufetero y a cargo de las canchas de bochas-, observaba la situación desde hacía un
tiempo. Una tarde lo encara al hombre y le dice:
- “Oiga Don, no puede
ser que lo carguen así, vaya con esto” y le entrega una pistola que estaba
descargada.
Como de costumbre, en un momento se
escuchó la exclamación “Cañete”. El hombre se acercó y exhibió el arma ante la
mirada atónita del grupo y el resto de los parroquianos.
La reacción de los muchachos no se hizo
esperar, rajaron todos excepto Turera
que no hizo a tiempo para la huida. Solo atinó a arrodillarse delante del
sujeto para implorarle ahogado en llanto:
- “¡No me mate señor
Cañete. Se lo pido por Dios, señor Cañete!”
Cañete con la de Botafogo
.-.-.-.-.-.-.-.
¿Madrid?... ¿New York?... ¡Temperley!
El
hall central del aeropuerto internacional de Ezeiza y un recuerdo para Rubén
Mambreani, hincha, socio y dirigente del Celeste. Un tipo querible y querido
que se fue temprano de esta vida.
El
viajaba a España y yo a los Estados Unidos, los dos acompañados por nuestras
esposas. Hacía tiempo que no nos cruzábamos y esa fue la última vez que lo vi.
Como
no podía ser de otra manera, la breve charla giró en torno al presente y futuro
de nuestra institución. Que viene “Fulano”, que “Sultano” ya arregló, que
“quién será el entrenador”. Tras desearnos buen viaje y despedirnos, mi señora
me preguntaba quién era. Inmediatamente me di cuenta que tanto Rubén como quien
escribe, no nos habíamos presentado a nuestras consortes.
¡Temperley
lo puede todo!
El balde de Coppioli
Coppioli
era el encargado del mantenimiento de la cancha de pelota a paleta del Club.
Era el canchero, según la vieja denominación. Tenía por costumbre colgar un
balde lleno de agua en el marco de una puerta. Con esa broma sorprendió a
varios socios y colaboradores.
Historia del Club Atlético Temperley. Marcelo Ventieri
Departamento de Historia y Museo Celeste del Club Atlético Temperley
Gracias a Alberto Rolandi por compartir la anécdota y a Pablo Viviani por su extraordinario trabajo en la Enciclopedia de Huracán, página que les invito a conocer en: http://www.enciclopediadehuracan.com/
Interesante, hay más historias referente a él?
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