Cuestión de arqueros
Un hecho casi desconocido ocurrido en el campeonato de primera B de 1956. Colegiales obtuvo el ascenso en aquel año -igual que en el presente- y habia tenido un paso fugaz por la divisional. En su visita al Beranger en 1956, Temperley lo superó 1 a 0 con gol de Victor H. Prato. En la ocasión se dió el insólito hecho que el arquero visitante, Arquímedes Biasutto, no se percató de que se había dispuesto un cambio de arco antes de iniciarse el partido. No solo fue Biasutto el despistado, ya que el arbitro pito el inicio del juego y el pobre golero de Cole debió cruzar toda la cancha desesperado, mientras sus compañeros se esforzaban para que los jugadores celestes no patearan al arco sin custodia. (Pedro Bigñe).
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Héctor Cassé
Se creía que el guardavalla Héctor Jorge Cassé era sordomudo y de esa condición pareció haber obtenido más ventajas que limitaciones. De hecho llegó sin problemas a ser arquero a los 18 años en la primera de Gimnasia y Esgrima La Plata. Luego, ganó el ascenso con Temperley en 1982 (en el partido final contra Atlanta le atajó el penal decisivo al Ruso Hrabina). Más tarde actuó en Quilmes, en Douglas Haig, de Pergamino, y a los 40 años en el Lezama Fútbol Club de la Liga de Chascomús. En una entrevista realizada en la redacción de la revista El Gráfico recordaba la cancha de Boca llena y comentaba con un lenguaje fluído: “Es lo bueno de no escuchar ni medio. Jugué muchas veces allí. Veía a los tipos así” -abre la boca como un monstruo y sacude con ambas manos un alambrado imaginario-, “pero como no les escuchaba nada, no me importaba...”. (El Gráfico, abril de 1998).
Se hizo creencia popular que Cassé era sordomudo, pero él mismo declaró a El Gráfico, después de ascender con Temperley en 1982, que en realidad había nacido sordo y que, ante esa incapacidad, tuvo problemas para aprender a hablar. Por eso, su familia decidió mudarse de Salliqueló, su pueblo natal, a la Capital Federal para estudiar en una escuela especial y así iniciar el aprendizaje del habla.
Por aquel tiempo, una de las pocas palabras que pronunciaba Cassé era “andrapa”. Interrogado por el médico del plantel -en ese momento, el traumatólogo Germán Wanchaffe- acerca de una dolencia que lo aquejaba, el arquero le repetía “andrapa, andrapa”, tocándose la zona inguinal con expresión de dolor. A los pocos dias y después de cumplido el tratamiento, el Dr. Wanchaffe volvió a preguntarle por la lesión y Cassé, pulgar arriba y con gesto de aprobación le contestó “¡andrapa, andrapa!”.
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A Vicente Fernández -arquero que pasó por Temperley en 1958- le convirtieron un gol insólito a los 5 minutos de un clásico con Los Andes, en el Beranger. Ricagno, wing derecho milrayitas, pateó desde afuera del área; su remate bajo se iba afuera, pero Fernández quiso detener la pelota con el pie y lo que hizo fue introducirla dentro de su arco.
Juan Carlos Micozzi
En un partido con Almagro en 1970, el arquero celeste Juan Carlos Titi Micozzi convirtió un penal que el árbitro Roberto Barreiro anuló por amague; en la segunda ejecución, Micozzi pateó el suelo y la pelota no llegó al arco.
De Udaeta detiene uno de los penales
El 13 de enero de 1967 Morón y Temperley se enfrentaron en un torneo octogonal válido por el ascenso a la primera división. El partido finalizó igualado 3 a 3. Después de jugar 30 minutos suplementarios, se definió por penales. Para ello, se utilizó una forma distinta a la de la actualidad; se ejecutaron tres tiros consecutivos por cada equipo. El defensor Luis Solé, de Temperley, desvió el primer penal y convirtió los dos restantes. Ricci, defensor de Morón, convirtió el primero y el Negro De Udaeta atajó los dos envíos siguientes. Temperley clasificó a semifinales en donde perdió con Deportivo Español, que fue el ganador del torneo. Lo destacable: fue la primera definición por penales en un torneo oficial de la B organizado por AFA.
Historial del Club Atlético Temperley. Marcelo Ventieri



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