Los campeones del 74 |
_ “Biondi ¿Usted va a
jugar?”
Ginarte le preguntó a Mariano que estaba de pantalón corto y de zapatillas azules, tipo Flecha, sin medias. Tenía 13 años y era la primera vez que entraba al campo de juego y veía de cerca a los players de mi querido Celeste.
Un entrenamiento era la
cita que iniciaba en febrero la temporada futbolística de ese año. Un año
especial, 1974 (ustedes entienden).
No sé ni cómo nos
habían dejado entrar, debería ser por la informalidad de la cosa. Eramos una
veintena de pibes debajo del arco que da a la Nueve de Julio, que
tratábamos de atajarle un remate al siempre risueño Negro Corbalán. Palo, travesaño o adentro, ninguna fue a la
tribuna.
Hasta nos dejaron
quedarnos para presenciar un picado en mitad de cancha que incluía a Guillermo
Beccari, el médico del plantel. Todo un despliegue de técnica y táctica fue esa
práctica, reflejado en los diálogos de los protagonistas.
_ “Ruso, la puta madre”
la Chacha
Fernández le pedía el balón a Alejo, según las precisas
indicaciones señaladas por el entrenador.
_ “Tomá hijo de puta”
respondía Escos con un cambio de frente.
En un costado de la
cancha una manguera inundaba de agua un lamparón de tierra que sobresalía del
verde cesped. Justo ahí fue a parar con su generosa humanidad el Tano Torre embarrándose hasta el
apellido.
_ “No se fue la pelota,
preguntale al doctor”, fue la queja de Patti. Mientras Alejo le recriminaba a
Mercuri por un gol convertido en contra de su equipo, que no se lo habían hecho
al Tano porque jugaba en el medio.
Los arqueros del mini-partido eran dos pibes.
_ “¿Cuánto vamos, 5 a 2?”
_ “¡No, 4 a 3!”. Y siga el show.
Un mediodía caluroso
con el comienzo de clases un tanto lejano aún y la ilusión renovada de un
ascenso postergado por décadas. Tener tan cerca a esas figuras quizás era un
buen presagio.
Me pasaron algunos años
por encima y varios cachetazos de la
vida hasta comprender que no eran dioses del olimpo futbolero, sino simples
mortales que laburaban de futbolistas y que trataban de sobrevivir como
cualquier persona. A veces autosuficientes como gladiadores, a veces
vulnerables como chicos sin hogar.
Para los que nunca
soñamos con atajar un penal decisivo ni marcar un gol de media cancha, tenemos
la oportunidad de contar y plasmar en el papel lo que otros sí lograron. Haciendo
una síntesis de la historia con todo lo bueno y lo amargo, pero manteniendo la
ilusión de un presente esperanzador y un mañana venturoso.
_ “¡Pibe! ¿Usted va a jugar?”
_ “No, Don Jorge”.
“Mejor me quedo mirando a los que juegan”.
Marcelo Ventieri. Historia del Club Atlético Temperley
Que maravilla de relato, Marcelo! ... con la simplicidad y la emoción de un tiempo que añoramos, y sin embargo está tan presente, como que jamás se ha ido.
ResponderEliminarOjalá el "gasolero" tenga una excelente segunda rueda y logre gambetear la malaria ... así como Biondi gambeteaba rivales.
Ese Biondi que aquel dia no jugó, pero que siempre juega en el recuerdo de los futboleros de verdad, tengan el color que tengan.
Un abrazo!